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Un año más, la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno fue recibida en la tarde de ayer con palmas y vítores a su salida de la iglesia conventual de San Francisco. Decenas de baenenses lo esperaban a las puertas del templo deseosos de ver procesionar por segunda vez en lo que va de año al patrón de su ciudad, acompañado siempre de su madre, Nuestra Señora de los Dolores.
La Cruz de Jaspe se tornó en un hervidero de personas. Desde aquí, podían oírse los sones de la Centuria Romana de Jesús formada en lo más alto de la carrera. El vello de los baenenses se erizaba al oírlas y el corazón les latía con más fuerza coincidiendo con la aparición del Nazareno, doblando lentamente la calle a hombros de sus devotos hermanos.
Numerosos también fueron los fieles que lo acompañaron alumbrando con sus cirios el camino, unos con promesas otros con peticiones, y los más, simplemente por agradecimiento. Frente al miedo a la lluvia que ha entorpecido en años anteriores la salida de Jesús, en el día de ayer todo se desarrolló en perfecta armonía y los rayos de sol acompañaron al patrón de Baena hasta última hora de la tarde.
También siempre junto a su Centuria Romana, la misma que en la mañana, en la celebración de la Misa del Alba, hizo templar San Francisco en su interior. Sus tambores y cornetas, con la más absoluta solemnidad, emocionaron con sus marchas a los cientos de personas que un año más asistieron a esta Eucaristía, que goza de gran tradición y fervor desde tiempo inmemorial.
