La Red de Alerta e Información Fitosanitaria (RAIF) recuerda que las condiciones meteorológicas de otoño e invierno, caracterizadas por lluvias más abundantes, resultan favorables para el desarrollo de repilo (Fusicladium oleagineum) en el olivar, una enfermedad producida por el hongo ‘Spilocaea oleagina’, que es la que más afecta a los olivos, especialmente con climatología húmeda.
Para prevenir la enfermedad, la guía de Gestión Integrada de Plagas (GIP) recomienda llevar a cabo labores de poda para mejorar la aireación y facilitar un secado más rápido de las hojas mojadas. Además, en aquellas zonas con características ambientales propicias para este hongo, es fundamental no excederse en el uso de abono nitrogenado.
Asimismo, la RAIF señala que hay que prestar especial atención a aquellas plantaciones próximas a ríos, arroyos y vaguadas, donde la humedad es muy alta y las infecciones pueden ser continuas.
Los síntomas más característicos incluyen manchas circulares oscuras, a menudo rodeadas por un halo amarillento, que aparecen en el haz de las hojas. En el envés, se pueden observar manchas difusas a lo largo del nervio central, aunque estas son menos distintivas. Las infecciones en el pedúnculo del fruto son menos frecuentes que las infecciones foliares pero cuando se produce hay una pérdida en la calidad del aceite.
Por ello, es fundamental realizar muestreos mediante controles visuales, evaluando el grado de presencia de hojas con estas manchas. Además, es importante tener en cuenta que algunas hojas pueden estar afectadas por conidias de la enfermedad sin mostrar aún síntomas visibles, lo que se conoce como ‘repilo incubado o latente’.
Si se alcanza el umbral de tratamiento y es necesario aplicar un tratamiento químico, es fundamental tener en cuenta varios aspectos. En primer lugar, solo deben emplearse productos fitosanitarios autorizados en el Registro de Productos Fitosanitarios del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Además, algunas formulaciones, según las indicaciones del fabricante, están destinadas exclusivamente para su uso al final del invierno o en primavera.
También es esencial seleccionar la materia activa adecuada en función del grado de infestación. Así, en casos incipientes, se recomienda utilizar productos con acción preventiva, mientras que si la infestación está más avanzada, son más efectivos los fungicidas orgánicos con acción traslaminar.
Por último, al elegir los medios de control, siempre se deben priorizar las medidas de prevención y/o culturales. Estas deben complementarse, en caso necesario, con medidas alternativas al control químico, dejando como última opción los medios químicos.