Atípico, singular, divertido a veces y cargado de anécdotas y hechos históricos. Este año, el pregonero de la XVII Exaltación del Judío de Baena, José Ángel Fernández creó un canto diferente, muy alejado del pregón al uso en el que se loa a la figura más representativa de la Semana Santa baenense a lo largo de los momentos más significativos de estos días de pasión.
En esta edición, Fernández, a través de una conversación con su hija Carmen, en un ir y venir incesante de preguntas y respuestas, hizo un recorrido por todo lo que acontece y rodea al judío. El plumero, el casco, el pañuelo que recuerda al judío de antaño cuando aún llevaba túnica, el tambor, los cuarteles o la importancia de mantener el carácter religioso de esta fiesta, fueron algunos de los simbolismos abordados en esta exaltación.
A lo largo de todo su canto, Fernández desgranó en primera persona el papel de todo judío día a día, profundizando en cada momento, homenajeando a todos aquellos que desde su opinión han venido a dignificar y engrandecer la Semana Mayor baenense. El pregonero abordó con un lenguaje cercano y distendido los entresijos de lo que es ser judío, en un continuo retroceso al pasado, aportando datos y fechas para muchos desconocidas, con reivindicaciones como que los coliblancos puedan desfilar en la procesión del Domingo de Resurrección y resaltando la unión de las dos colas.
Muy aplaudido fue el momento en el que, como médico, defendió la necesidad de preocuparnos no solo de los aspectos más superficiales de lo que es esta fiesta, sino también de la lacra del alcoholismo entre los más jóvenes, y aportó aspectos tan destacados como el efecto terapéutico y beneficioso para la salud que aporta el sonido del tambor. “Algo tiene que tener el tambor “, dijo.
La Asociación Cultural de la Primera Cuadrilla de Judíos de la Cola Negra, organiza desde hace diecisiete años esta exaltación al judío, un acto en el que además tuvo lugar como vienen siendo tradicional el nombramiento de un nuevo Cofrade Ejemplar y que en esta ocasión ha recaído en José Valenzuela, quien durante más de cuarenta años ha estado al frente de la 2ª cuadrilla de judíos colinegros tanto de cuadrillero como de teniente cuadrillero y que aún hoy sigue en activo.
Visiblemente emocionado, Valenzuela agradeció este nombramiento e insistió en que su labor no ha sido otra que la de “amar profundamente a la Semana Santa y trabajar porque se conserven las tradiciones sin olvidar el sentimiento religioso”.
Finalmente, la asociación reconoció el “excelente” trabajo realizado por la pintora del cartel anunciador de la exaltación al judío de este año, Ángela Osuna, quien indicó que “en mi obra solo he querido reflejar el color, el sonido, el fervor y el movimiento que a través del judío tiene la Semana Santa”.
FUENTE: EL DÍA DE CÓRDOBA/ Sara Núñez
Pues el judío pronto desaparecerá. Y los culpables son aquellos judíos que no saben apreciar el lujo de ser judío en Baena. Están acabando con la tradicional imagen del tambor con los rebajes para que no se cuele apretando hasta reventar, los cordeles sintéticos y lo peor de todo los fondos del tambor que no son de latón sino de un material plateado. Se lo están cargando todo. Mientras los artesanos sigan haciéndole caso a personas que no saben lo que es un tambor y les fabriquen lo que le pidan se perderá toda la tradición y el encanto. Porque la estética y el sonido del tambor ha cambiado en los últimos 15 años más que de ahí para atrás, y los cambios han sido a peor. El plástico abajo en lugar del chivo levantó mucha polémica. Sin embargo fue una mejora bastante significativa en el sonido, en la resistencia y en la facilidad para afinar este bello instrumento que es el tambor de Baena. Porque es un instrumento musical y todo instrumento tiene un punto de afinación, que no hay que sobrepasar. Y un tambor de Baena también tiene un punto máximo de afinación y hoy en día muy pocos son los judíos que saben afinar correctamente su tambor. Lo aprietan hasta que el sonido es el de una lata, lo que denominan como «ponerlo tabla», solo porque «lo metes en la prensa y le estiras todo lo que quieras». Y lo más bonito es que estos señores ven a alguien que respeta y valora la tradición del pueblo y lleva el tambor en su sitio y le dicen cosas como: «¡está flojo!», «estírale que no suena», etc. Y yo ni siquiera les hago caso. Pero si me gustaría reivindicar que en la actualidad hay muy buenos apaños para llevar un buen tambor pero parece ser que no quieren llevarlo.
Y eso que antiguamente se apretaban a mano y sin apenas recursos y los sacaban sonando canela.